1.- Revisar lo que ya se está midiendo (no reinventar la rueda). Realizar un inventario de los indicadores que ya están funcionando en el sistema y reflexionar sobre aquellos que serán útiles. Si para abordar un problema concreto ya se está midiendo el número de horas de formación, establezcamos este indicador para nuestro sistema.
2.- Empezar con un programa sencillo. Las personas con experiencia en la gestión de indicadores opinan que no existe el “indicador perfecto”, así que no merece la pena destinar demasiado tiempo a encontrarlo, pues se encontrará la utilidad de cada uno una vez esté establecido, se evalúe y se ajuste. En su lugar, conviene seleccionar un problema concreto que preocupe a la organización y definir un grupo pequeño de indicadores que sirvan para abordar la gestión preventiva ANTES de que ocurran daños. Por ejemplo, en la empresa Cummings Inc., se empezó con la medición de las acciones correctivas implementadas para cada riesgo identificado en su evaluación. Con estos dos grupos de indicadores (resultados de la evaluación de cada riesgo y las acciones correctivas implantadas), que recopilaban a partir de la información ya disponible en la empresa, fue posible valorar y mostrar el esfuerzo de la organización en reducir la exposición a determinados riesgos establecidos como objetivo y los resultados en términos de mejora de las condiciones de trabajo.
3.- Recoger únicamente información útil y relevante. La información disponible en la empresa sobre los accidentes y los riesgos proporciona pistas sobre cómo mejorar la seguridad y enfocar la elección de los indicadores. Por ejemplo, una vez revisada la información sobre las horas de formación, el número de asistentes a la actividad formativa y su grado de satisfacción para abordar determinado problema, puede encontrarse que no resulta tan predictiva como debería y considerarla poco relevante para nuestro sistema. Como alternativa, se podría plantear valorar la efectividad de la formación pasando periódicamente un pequeño cuestionario tras la acción formativa que valore la adquisición esperada de conocimientos por los trabajadores.
4.- Asegurar el apoyo de la dirección y los mandos. Este es un aspecto crítico. La fórmula ideal, que asegura el buen funcionamiento del sistema de indicadores, es que provenga de una orden directiva. Sin embargo, es posible que esta necesidad requiera de un previo convencimiento de la dirección y, para ello, que ésta pueda ver reflejada la utilidad de los indicadores en el conjunto de sus intereses corporativos y no como “otra iniciativa de seguridad”. Ajustar los indicadores al lenguaje y fórmulas utilizados en la gestión corporativa es esencial para ganar este apoyo.
5.- Seleccionar 1-2 indicadores de resultados finales (accidentes/lesiones) para incorporarlos al sistema; aportarán una visión complementaria y rica.
6.-Integrar los indicadores en el conjunto del sistema de gestión preventiva